En Jerusalén la Conmemoración de todos los Fieles Difuntos

El 2 ^de noviembre la comunidad franciscana de Jerusalén participó en la Conmemoración de todos los Fieles Difuntos , a la que desde hace años asisten numerosos fieles de la parroquia de San Salvador, además de religiosos, peregrinos y fieles presentes en la Ciudad Santa. para recordar a sus seres queridos en este día especial de oración y comunión espiritual con los difuntos.

Según la tradición, en Jerusalén se distinguen dos partes a lo largo de la mañana: la celebración eucarística en árabe en la iglesia de San Salvador e inmediatamente después la  visita a los tres cementerios del Monte Sión, donde se bendicen las tumbas, con una larga procesión que recorre las calles de la Ciudad Vieja hasta el cementerio franciscano, el de los extranjeros y el de los jerosolimitanos.

La misa solemne, presidida por el párroco fr. Amjad Sabbara , con el Padre Custodio fr. Francesco Patton y su vicario fr. Ibrahim Faltas , como concelebrante principal, asistieron numerosos sacerdotes y religiosos de otras comunidades de la ciudad.

“Particularmente en este día”, dijo el P. Amjad Sabbara  destacó en la homilía que “siempre debemos recordar las palabras de Jesús cuando dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá”: para participar en esta resurrección tenemos que creer en Él y hacer de nuestra vida un camino continuo hacia el Señor . Sabemos que la vida del hombre que vive con Cristo se proyecta hacia la vida eterna”.

“El Señor nos creó no para morir, sino para vivir”, dijo el P. Amjad continúa y cuando dijo “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día”, nos recuerda que es en el sacramento de la Eucaristía que nos volvemos similares a Él, para levántate con Él . Pero para llegar a ser semejantes a Él, también debemos seguir su comportamiento durante su vida terrena: esto significa que debemos ayudar al prójimo, aligerar las cargas de las personas que están cerca de nosotros , porque es al levantar la carga que durante En esta vida podemos encontrar alegría, hasta que llega la alegría más grande, el traslado de este mundo, cuando la muerte se convierte en “Hermana Dearth” (como la llama San Francisco), una hermana que abre la puerta para que por fin podamos vernos cara a cara. enfrentar a aquel en quien hemos puesto nuestra esperanza”.

La visita a los cementerios

Desde la iglesia de San Salvador, al final de la misa, los frailes de la Custodia de Tierra Santa, precedidos por los Kawas, recorrieron las calles de la Ciudad Vieja de Jerusalén en una solemne procesión, con cantos y oraciones, hasta llegar Monte Sión. El primer cementerio visitado fue el franciscano, donde se realizó un momento de oración, seguido de la bendición, el inciensamiento de las tumbas y la aspersión con agua bendita. El mismo rito tuvo lugar en los otros dos cementerios árabes cristianos: el más antiguo, que aún conserva las señales del bombardeo de 1948, y el más reciente, que da a la parte occidental de Jerusalén, donde ya había numerosos cristianos locales. visitar las tumbas de sus seres queridos, para dejar una flor o una vela encendida.

“Especialmente aquí, en el cementerio de Sión”, dijo el P. Amjad Sabbara  recordó una vez más: “ siempre debemos mirar estas tumbas con los ojos puestos en el Santo Sepulcro, donde hay una tumba vacía, porque es allí donde tuvo lugar la resurrección de Jesús, signo vivo de nuestra fe. Estamos aquí para bendecir estas tumbas y vivir la memoria de nuestros seres queridos que han muerto pero siguen vivos en nuestras vidas, y con nuestra oración le pedimos al Señor que les conceda la vida eterna”.

Silvia Giuliano